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Miedo y Dominación


Antropológicamente, los miedos son útiles y necesarios, pues nos permiten reaccionar ante el peligro. Son instintos ligados a la supervivencia.

Pero precisamente por eso son utilizados desde tiempos inmemoriales como instrumentos de dominación de los seres humanos, como herramienta política para el avasallamiento y la sujeción.

El miedo ha sido, por ejemplo un instrumento de la religión para imponer doctrinas, que surgen generalmente como instrumento de dominio político. El diablo, el infierno y el temor a dios son conceptos creados por el hombre para atemorizar y subyugar. El dios muestra su crueldad para infundir miedo en episodios como el diluvio, dónde no duda en aniquilar seres culpables e inocentes, por igual. La inquisición se vale del miedo para esconder verdades que atentan contra los dogmas de dominación, como en el caso de Galileo o de Giordano Bruno.

Políticamente el miedo se convierte en una práctica militar, orientada a desmoralizar al enemigo. La historia tiene una enorme colección de maestros del miedo: Calígula, Nerón, Attila, Ghengis Khan, los Borgia, Rasputin, Hitler, Saddam Husein.

Actualmente, el miedo que era un arma política primitiva considerada proscrita en las sociedades modernas, es rescatada por regímenes impopulares y primitivos que por una u otra razón, no pueden perder el poder (paradójicamente y entre otras cosas porque les da miedo).

El régimen bolivariano es un buen ejemplo del uso del miedo. Se ha convertido en un buen alumno de fósiles sociales en extinción, como la dictadura cubana. Para ello escoge voceros carentes de escrúpulos como Diosdado Cabello o los inefables hermanitos Rodriguez. Los colectivos armados y el ataque armado injustificado a la población por parte de las fuerzas del régimen son también instrumentos eficaces a la hora de intimidar.

Pero los cubanos los han adiestrado en herramientas más poderosas que las amenazas verbales o físicas. Las misiones y recientemente los CLAP son instrumentos perfectos de coacción porque tocan con mucha sutileza el estómago, es decir, la supervivencia. 

El problema es que parece a todas luces estúpido tener miedo porque te priven de una caja de comida si con esa acción están comprando indefinidamente tu conciencia y torciendo tu dignidad. Sobre todo porque con ello aumentas tu agonía e hipotecas irremediablemente el futuro de tu descendencia.
Los grandes procesos de transformación social fueron realizados por seres que supieron dominar el miedo.

Si no fuera porque el estrato más humilde de la población de Paris se rebeló ante una monarquía cruel e inhumana en 1789, probablemente no tendríamos gobiernos democráticos hoy en día. Si Galileo no hubiera tenido el valor para sostener el epur si muove cuando era condenado, la Tierra probablemente todavía sería plana. Si Bolívar y nuestros libertadores no hubieran perdido el miedo a perderlo todo, hoy no tendríamos nación.


Me cuesta imaginar que dirás a tus hijos en el futuro cuando todo esté perdido. ¿Te atreverás a confesarle que te quedaste paralizado por el miedo?

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