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Mostrando entradas de junio, 2014

Edwin Madrigal

Cuando un buen dia de aquel 1948, Edwin Madrigal aterrizó en el aeropuerto Grano de Oro de Maracaibo, proveniente de Costa Rica, traía en su mano una pequeña maleta de madera que tenía en su interior una colección de tubos arrugados de pintura de óleo, varios pinceles y espátulas y una hermosa paleta de pintor cubierta de amorfas manchas multicolores que el tiempo y el trabajo laborioso había plasmado en su superficie, como evocando cada uno de los episodios de miserias y alegrías que acababa de cerrar en su tierra natal. Hasta hace poco los restos de ese desvencijado maletín deambulaban por casa negándose a cerrar historias. De Maracaibo, emprendió a los días, el viaje a una Caracas que todavía estaba conmocionada por dos acontecimientos que mi padre tardó en asimilar: el derrocamiento de su admirado Rómulo Gallegos y la enorme algarabía por el triunfo mundial de Venezuela en un lejano deporte del que sólo había oído hablar de boca de los gringos, pero el cual poco desp