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Mostrando entradas de 2023

Los venezolanos no somos suizos

Esa tarde, un amigo de Sofía nos había invitado a un refrigerio en su apartamento de Ginebra. Yo debía volar esa noche a Lisboa, ya de regreso a Venezuela. Después de un refrescante Aperot y una suculentas pizzas caseras, decidí que era hora de agradecer la deferencia y enrumbarme al aeropuerto que por cierto, está ubicado en la línea fronteriza con Francia.  Sofia me acompaña a la parada de bus No. 6, que según ella, me llevaría directo al terminal aéreo y paga con su pase electrónico.  Subo con mi "carry on" y me despido con la emoción que dejan diez  inolvidables días de reencuentro familiar. En este punto debo contar que la línea telefónica que había comprado en Portugal funciona perfectamente en toda Europa, menos en Suiza que, al no pertenecer a la Unión Europea, es una verdadera singularidad, pues tampoco acepta el euro como moneda. Al subir al bus, me percato que además, me había quedado sin un solo franco suizo, un detalle menor pues estoy a punto de abandonar el paí

El Portugal que yo vi

 A principio de los sesenta, mis padres dirigían una institución educativa ubicada en San Bernardino, que para este entonces era una tranquila urbanización caraqueña. Estando yo pequeño, llegaron como conserjes una pareja de portugueses bastante desaliñada y francamente maloliente. Es muy posible que la convivencia con esa pareja de inmigrantes haya distorsionado por mucho tiempo mi noción de Portugal como país. Total, era yo un carajito incapaz de tamizar las generalizaciones, y quizás Portugal era en realidad ese entonces un país muy pobre. En efecto, de ese país provino una gran oleada de trabajadores dispuestos a doblar el lomo por esta nueva tierra y aportar con su esfuerzo nuevos íconos al paisaje venezolano. Alimentado por esos paradigmas, mis primeras visitas al viejo continente siempre pasaron por encima del pequeño país ibérico, a quien veía con la apreciación sesgada que hoy pudiera aplicarse a un país como Albania o Moldavia. Pero resulta que a mediados de los años sete

La incertidumbre de la séptima década

En "Tlön, Uqbar, Orbis, Tertus", Borges extrae un frase que siempre me ha parecido perturbadora: "Los espejos como el semen son abominables porque multiplican la presencia de los hombres" Yo creo que lo abominable de la presencia del hombre reside precisamente en la incertidumbre de su presencia.  Desde tiempos ya arcaicos decidí sustituir esa estéril incertidumbre por una filosofía bastante más pueril: nuestro único deber es disfrutar lo efímero. A eso he dedicado gran parte de mis esfuerzos como transeúnte en este planeta. Por ejemplo,  A esta edad he aprendido que uno de los alcances más loables de cualquier ser humano es la habilidad de reírse de sí mismo; sin inhibiciones y con el corazón abierto  cuando logramos la proeza de hacer el idículo sin proponernos. Sospecho que en ese momento, todo el intangible tiempo de tu pasado, aquel que privadamente configura tu yo interior, establece una coraza que inhibe, con desparpajo, las preocupaciones por las opiniones f