La puerta equivocada
Mi cocina, como casi todas, tiene dos bandejas para lavar platos. Durante veinte años hemos lavado los platos en la bandeja izquierda y los escurrimos en la derecha.
El recipiente de basura ha estado siempre abajo, en el lado izquierdo, lo cual trae como consecuencia que tengas que apartarte, cuando lavas, para botar algo.
Con el tiempo, esa puerta izquierda se ha dañado por el agua que cae en ese proceso de abrir y cerrar mientras lavas.
La semana pasada sustituí los herrajes oxidados por el tiempo y el agua, pero la pobre puerta necesita ya más que un cambio de bisagras.
Fue entonces cuando una voz interior me dijo: "¿y si cambias el bote de basura del lado izquierdo al derecho y así usas la otra puerta? “🤔
Que genial idea!! De esa manera tengo tres enormes ventajas: no tengo que apartarme del fregadero cuando quiero botar algo, la puerta no se mojará más y salvaré la puerta izquierda de su triste destino.
¡Debieron transcurrir más de veinte años para realizar este descubrimiento que ha significado un cambio total en mi relación con mi querida cocina!
En la vida es muy frecuente que hayamos estado abriendo la puerta equivocada y no nos demos cuenta.
Las rutinas nos embrutecen. No parece que estemos programados para cuestionar el status quo. Tendemos a hacer siempre lo mismo, de la misma manera, a no dudar del orden establecido.
Carl Sagan decía que la gran primer virtud del hombre fue la duda y su primer gran defecto, la fe, o lo que es lo mismo, el no atrevernos a pensar que la puerta que nos han obligado a abrir por mucho tiempo, es la puerta equivocada.
Los grandes hombres que han impulsado el progreso civilizatorio son aquellos que se han atrevido a abrir otras puertas. De no ser por ellos, el sol hubiera seguido girando alrededor de nosotros, como parecía evidente para la gran mayoría.
Lo que es evidente es que yo no soy uno de esos hombres, por desgracia.
Tarde más de veinte años en percatarme que abría la puerta equivocada.
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