Los zapaticos azules “Columbia” comprados con dólares de Cadivi a Bs 8, en el Dolphin Mall ya no dan para más. Se conocen de memoria el asfalto de la Francisco Fajardo, de la Francisco de Miranda, de la Libertador y aún de las Avenidas Victoria y Nueva Granada. Su suela acusa el desgaste del ardiente pavimento. Aun así me han servido para no resbalar cada vez que debemos correr (me refiero a Sofía y yo) cuando comienza la lluvia de cilindros metálicos que expelen un vapor picante y que caen cerca de nuestras cabezas. Para colmo de males, mi sombrero de Panamá (que no es de Panamá) el cual normalmente le servía de refugio a la parte superior de mi humanidad, fue destruido a navajazos por un grupo de “colectivos” que en la avenida Baralt, frente al TSJ, que me rodearon acusándome de tener “cara de escuálido”. Yo les respondí que lamentaba tener esta cara pero les rogué la devolución de mi sombrerito, cosa que hicieron después de fabricar con un “exacto” unas ranuras adicionale...
Impresiones de un madrigal