Entre ese bello laberinto de callejuelas romanas, cercano a la famosa Piazza Navona y al milenario Pantheon, se encuentra el Campo dei Fiori. Todo alrededor es alegría: i gelati pululan con sus aromas y colores, los turistas abarrotan con su curiosidad por la Cittá Eterna las callecitas medievales que conducen al barrio del Trastévere, donde reina el dios Baco; o la vecina Piazza di San Pietro al otro lado del rio, donde la admiración por el arte renacentista supera el entusiasmo de los peregrinos del espíritu. Es una genuina expresión del triunfo de la cultura occidental: una civilización centrada para siempre en el hombre y su bienestar.
Pero no siempre fue así. Entre los numerosos ventorrillos de
flores, verduras y otras suculencias romanas que diariamente se instalan en
Campo dei Fiori se destaca la lúgubre figura de piedra de un monje. Y es que en
ese mismo lugar, un día de noviembre de 1600, fue quemado vivo por la Santa
Inquisición en una enorme pira de leña, Giordano Bruno, sacerdote dominico que
se atrevió a proponer que el Sol era simplemente una estrella y que el universo
debía estar poblado por infinitos mundos de seres inteligentes.
En la alborada del siglo XXI, un 11 de septiembre, miles de
infieles son quemados vivos en la Torres Gemelas de Nueva York cuando un ataque
de la Yihad islámica propone la erradicación de los no creyentes. Mas adelante,
ese mismo grupo repotenciado con el nombre de Estado Islámico, asesina a
cientos de sunies y exhibe sus cabezas decapitadas en las puntas de las
barandas de un parque en la ciudad de Raqqa, al norte de Siria. En Nigeria,
otro grupo fundamentalista islámico secuestra y esclaviza a mas de 100
colegialas, por el simple hecho de asistir a la escuela, contraviniendo las
enseñanzas del Islam. Recientemente es Paris, Meca de la libertad cultural y la
creación, el blanco de los ataques de la irracionalidad religiosa.
Giordano Bruno se ordenó sacerdote a los 24 años y a los 28
había obtenido su Licenciatura en Teología en la ciudad de Nápoles. Pero su
espíritu contestatario le llevó a cuestionar los dogmas religiosos y a fomentar
la libertad de pensamiento. Estuvo huyendo toda su vida por las principales urbes
europeas, hasta que la inquisición romana le tendió una trampa. Fue a para a
las mazmorras del Vaticano, una de las prisiones mas célebres de la época por
su hedor insoportable y su población de ratas. De allí los prisioneros salían a
la hoguera en mula, pues las secuelas de la tortura les impedían normalmente
mantenerse en pie. Antes de arder en la pira, Bruno exclamó: “El miedo que
sentís al imponerme esta sentencia tal vez sea mayor que el que siento yo al
aceptarla”.
¿Que hace que el terror sea
utilizado nuevamente como arma para imponer ideas en nombre de Dios? Los
islamistas del siglo XX argumentan su apego a las escrituras sagradas del Corán
que justifican la tortura, la esclavitud y el asesinato como una orden divina.
El Dios de la Biblia también
ordenaba asesinatos a quienes, simplemente, no le temían. O no dudaba en
aniquilar, sin juicio previo, a culpables e inocentes en holocaustos como El
Diluvio.
En Samuel 12:14-18, por
ejemplo, Dios asesina lentamente a un bebé, porque su padre ha cometido el delito
de blasfemia:
14 Mas por cuanto con este negocio hiciste blasfemar á
los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido morirá ciertamente.
15 Y Nathán se volvió á su casa. Y Jehová hirió al niño
que la mujer de Uría había parido á David, y enfermó gravemente.
16 Entonces rogó David á Dios por el niño; y ayunó David,
recogióse, y pasó la noche acostado en tierra.
17 Y levantándose los ancianos de su casa fueron á él
para hacerlo levantar de tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.
18 Y al séptimo día murió el niño; pero sus siervos no
osaban hacerle saber que el niño era muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño
aun vivía, le hablábamos, y no quería oir nuestra voz: ¿pues cuánto más mal le
hará, si le dijéremos que el niño es muerto?
En
el Popol Vuh, el libro sagrado de los Mayas que contiene el génesis de los
hombres americanos, los dioses son igualmente criminales insignes. Poco después
de la creación del hombre se quejan de su comportamiento y ordenan una gran
masacre:
Pero no pensaban, no hablaban con su
Creador, su Formador, que los habían hecho, que los habían creado. Y por esta
razón fueron muertos, fueron anegados. Una resina abundante vino del cielo.
El llamado Xecotcovach llegó y les vació
los ojos; Camalotz vino a cortarles la cabeza; y vino Cotzbalam y les devoró
las carnes. El Tucumbalam llegó también y les quebró y magulló los huesos y los
nervios, les molió y desmoronó los huesos.
Sangre, terror y la furia de Dios
son los denominadores comunes en la mayor parte de las cosmogonías del hombre
primitivo. Pero, ¿Qué impulsa a una parte importante de la humanidad del siglo
XXI a adoptar como guías de vida a leyendas que no tienen ningún valor racional
mas allá de transmitirnos románticos retratos de la mentalidad del hombre de
hace veinte siglos?
Malala Yousafzai fue baleada
gravemente por el Talibán por defender la educación de las niñas en su Pakistán
natal. El extremismo religioso no es compatible con la educación, pues la
educación moderna enseña verdades que chocan con cualquiera de las escrituras
sagradas de las principales religiones. En la Edad Media miles de libros fueron
quemados en hogueras públicas por contravenir las enseñanzas de la Biblia. Los
editores de Chalie Hebbdo acaban de ser asesinados por contradecir un mandato
de El Corán.
Afortunadamente, la educación
libre se ha impuesto en la mayor parte del mundo occidental. Son los países mas
cultos y avanzados (Suecia, Noruega, Finlandia, Holanda, Francia, Dinamarca,
Suiza, Canadá, Australia) los que han logrado con la educación, derrotar en
gran medida, la perversión de las tradiciones dogmáticas. Son culturas que han
entendido que el modelo del mundo que les rodea no es compatible con modelo cosmogónico
de ese hombre primitivo, al cual Dios hablaba y ordenaba desde las nubes. Entre
otras cosas, porque ya sabemos con certeza que no hay dioses escondidos detrás de
las nubes.
Todas estas culturas, donde las
iglesias, las sinagogas y las mezquitas se han vaciado y han sido convertidas
en cafés y bibliotecas, corresponden precisamente a los países con los menores
índices delictivos del orbe y los que junto a Latinoamérica (por otras razones
culturales) exhiben los mayores índices de felicidad individual.
Yo estoy seguro que si Dios
existiera, le encantaría que sus templos fueran mas bien lugares como el Campo dei Fiori y sus alrededores (pero sin la presencia lúgubre de Bruno), donde los vecinos se sentaran alrededor de un gelato o una bouona birra a discutir y celebrar los cada vez mas contundentes triunfos del hombre y su inteligencia sobre las enfermedades, el hambre y la ignorancia, gérmenes de tantos conflictos que aún acosan a la humanidad y que tienen a la intolerancia como denominador común.
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