“Y…como te va con el puesto de perros calientes?”, le pregunto a Israel, uno de nuestros colaboradores (y antichavista consumado) que, ante la crisis decidió asociarse con su hermana en su pueblo natal, Birongo, para montar el negocito de alimentos.
Pues, no me
va a creer, pero en los últimos tiempos, no nos damos abasto. Cualquier
muchachito del pueblo anda con, por lo menos veinte dólares en el bolsillo.
Y eso? Le pregunto
un tanto sorprendido. -Bueno, la actividad agrícola en la zona ha crecido
mucho, y yo veo como todos los días salen muchos camiones con productos hacia
el Mercado de Coche, mucha gente que nunca había sembrado, ahora lo está haciendo
y la producción ha aumentado-
Me deja
pensativo, pues se trata de una comunidad muy rural, donde se supone que la
crisis hace mayores estragos que nunca.
Pero por
otro lado, me pongo a pensar como la eliminación de los controles, ha estimulado, como debe ser, las iniciativas individuales, entre ellas la siembra de la tierra. Recordé no pocos emprendimientos individuales de vecinos
y conocidos que han dado frutos y que, de alguna manera, forzados por la
crisis, han revertido la situación de pauperización económica que venían
arrastrando con la crisis.
¿Estamos
mejor económicamente que hace tres años?
A Luis
Vicente León le acaban de caer encima, esa jauría que siempre descalifica una
encuesta, cuando ésta no está de acuerdo con sus expectativas. Datanálisis
acaba de publicar un estudio en el que afirma que el 50% de la población afirma
que su situación ha mejorado. ¡Menudo sacrilegio para los dogmáticos!
Tratemos de
ver las cosas objetivamente. Yo personalmente, siempre he realizado un esfuerzo
personal de con caer en las tentaciones de los demonios de las emociones a la
hora de analizar la realidad.
Hace apenas
unos tres años, cualquier venezolano, de cualquier clase social estaba forzado
a realizar enormes colas a las puertas de cualquier expendio cualquier índole
para adquirir cualquier bien indispensable para nuestra existencia. Se nos
olvida, por arte de magia, el dolor de los enfermos para adquirir cualquier
medicina, la escasez y la mala calidad de los alimentos disponibles.
Se nos
olvida, que apenas hace tres años, Venezuela experimentó la crisis eléctrica mas
terrible de su historia y que ciudades como Maracaibo sufrieron la ignominia de
vivir en tinieblas. Pero también nos cuesta admitir que esa situación, aunque
forme parte de nuestra actual cotidianidad, ha mejorado para la mayor parte de
las ciudades.
No nos
atrevemos ni siquiera recordar que en el año 2018 tuvimos una inflación anual que
superó el millón por ciento y que este año, aunque este indicador será enorme,
en términos mundiales, no superará, probablemente el 400%.
Hace apenas
tres años, cualquier iniciativa individual era perseguida, los comerciantes
multados y encarcelados, por solo tener alguna clase de inventario en depósitos.
La tasa de
homicidios y otros delitos comunes de hace tres años no se puede comparar con
la actual (probablemente porque los malandros, ante la crisis huyeron del país como
tantos venezolanos).
Nos duele,
muchas veces ver, como han surgido nuevas iniciativas y emprendimientos en
todas las ciudades y cada vez que vemos uno exitoso, inmediatamente etiquetamos
automáticamente al propietario de “enchufado”.
¡De bolas
que estamos mejor!
La actual
crisis de combustible es un hecho pálido ante la sumatoria de todos los
infortunios que aguantamos en el pasado.
Eso no
quiere decir que estemos bien, pero en aras de la objetividad, estamos obligados
a hacer un esfuerzo para ver la realidad en forma relativa y no absoluta.
Yo estoy
totalmente convencido de que parte de nuestra tragedia como sociedad es que
nuestra sangre caribe nos impide analizar los hechos de manera desapasionada,
como si lo logran hacer mejor las sociedades mas desarrolladas y culturalmente
avanzadas. Esa manía de distorsión tropical de nuestra propia realidad nos hace
cometer enormes en errores de cálculo en lo político. Eso explica un poco el
pantanal en que estamos metidos.
Por
supuesto que estamos mejor que hace tres años, aunque ese no quiere decir que
tengamos un mejor gobierno, ni que éste se haya deslastrado de sus raíces dictatoriales,
totalitarias y de profundo desprecio por la democracia y los derechos humanos.
Pero seguimos
matando al mensajero, cuando éste viene con noticias que nos incomodan.
Si
queremos vencer al enemigo, tenemos que partir de hipótesis correctas, como
decía Tsun Tzu. De otra manera, el enemigo, que si está claro, nos terminará
jodiendo irremediablemente y para siempre.
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