La vida está compuesta por ciclos y te ha llegado la hora de
cerrar el ciclo del nido. Es el momento en el cual te asomas por ti sola al
abismo, por encima de las ramas y debes volar dejando atrás la comodidad de eso
que hasta ahora, has llamado hogar y que no es otra cosa que un conjunto de
palitos que te han sostenido tanto emocional como físicamente. El nido de los
humanos es un aposento que normalmente es ocupado por más tiempo que en el caso
de otras especies, pues nuestro ciclo de maduración en la naturaleza es mucho más
lento que el del resto de los mamíferos. De allí que nos resulte un poco más
difícil despegarnos del calorcito de nuestro cuarto, de la comodidad de la
comida caliente a la hora precisa, de la ausencia de preocupaciones materiales
y debemos enfrentar ahora, con mayor coraje, el enorme vértigo del salto al vacío
de la adultez.
Yo me he empeñado (no se si con éxito) en que para ese viaje
te lleves un morral equipado solo con las cosas más esenciales, pues siempre he
sido enemigo de los bultos pesados y de la comida recalentada.
La primera herramienta que he intentado introducir en tu
equipaje es la habilidad para razonar libremente, sin dogmas, sin ataduras, sin
prejuicios. Es la herramienta que debes utilizar para cuestionar constantemente
el mundo que te rodea. No tengas temor a la creatividad, a ser original. El
progreso que hoy sin duda, goza la humanidad, se debe a seres que en su
momento, se atrevieron a debatir verdades inquebrantables. Copérnico, Darwin,
Einstein o Nietzsche son ejemplos de iconoclastas valientes, gracias a los
cuales disfrutamos hoy de un modelo del mundo mucho más cercano a la verdad del
que conocieron nuestros antepasados.
Otra herramienta, no menos necesaria, es la integridad. ¡Y vaya
que es difícil encontrar en una sociedad como la que te ha tocado vivir
semejante herramienta! Siempre recuerdo con emoción el momento en el que te
correspondió, hace dos años, presentar tu examen práctico de conducción para
obtener tu licencia. Fallaste dos veces. En el segundo intento no obligaste a
tu evaluador a colocarse el cinturón de seguridad y fuiste reprobada entre
llantos. El funcionario me propone aprobarte, pues, total, “era un detalle”. Yo
te lo comento, pero tú, sin titubear me dices: -no papi, fui yo la que fallé,
él tiene razón en no aprobarme esta vez- . Yo salí muy feliz ese día, pues comprendí
que no resultaron en vano mis intentos por hacerte ver que es imposible
engañarse a si mismo y que la tranquilidad de conciencia es uno de los valores
que uno debe llevar consigo a la tumba.
El tercer regalo para tu equipaje es una cajita con diversas
“habilidades sociales” que se adquieren en un almacén que en estos tiempos se
ha dado en llamar Inteligencia Emocional.
Yo estoy convencido de que la mayor parte de los conflictos entre seres humanos
se deben a que, paradójicamente, estas sencillas herramientas no fueron
programadas en nuestro genoma (como si lo están, por ejemplo el miedo y el
amor) y que estamos obligados a aprenderlas mientras maduramos. ¿Que hay dentro
de esa caja? Valores como la tolerancia, la humildad, la paciencia, el valor de
la sonrisa, la habilidad para no hacer juicios a priori y etiquetar a las personas
injustamente. Como ves, son muchas. No pierdas ninguna en el camino porque te harán
falta siempre.
Finalmente y no menos importante, es el maletín de primeros
auxilios para los moretones del camino. Debes de saber que esa aventura que
llamamos vida está llena de momentos esplendorosos, instantes felices, pasajes tristes y algunos francamente
dolorosos. Te caerás muchas veces, los fracasos serán tan comunes como los
éxitos y de ambos aprenderás; solo que los primeros te dejaran algunas
cicatrices. Hay que estar preparados para aceptarlas porque de allí heredarás
una piel más resistente. Usa estos medicamentos con moderación, pues a veces un
poco de dolor no es mal compañero.
Ahora bien, de una cosa si estoy totalmente convencido. Tú
estas lista para el vuelo que muy pronto iniciaras, pues si hay un rasgo de
personalidad que te caracteriza, es la autonomía y la independencia. Yo te veré
volar desde lejos y deseo que tu vuelo sea alto y emocionante, pero esto último
no es una exigencia pues para mi es más importante que seas feliz a que seas
importante.
Se cierra el ciclo del nido, mi querida Sofi. En lo adelante
y mientras tenga vida, contemplaré emocionado tu vuelo en los ciclos que te
toca enfrentar en lo sucesivo. Y espero que hasta ahora y con mis múltiples
errores, haber cumplido como padre.
Junio de 2109
Definitivamente una joya esta carta. Vaya manera de conmover un corazón de madre. Sublime!
ResponderEliminarMe costó mucho ver volar del nido a mis tesoros pero la manera con que tú abordas ese vuelo es admirable, madura y lo más importante, con la tranquilidad de haber sido (y seguir siendo) un padre sino perfecto, lo más cercano posible . Bravo por eso!!
ResponderEliminarQue bonitas palabras...
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