Confieso ser uno de los todavía aturdidos por la
manera magistral como la dictadura ha sabido desbaratar, en tiempo record a la alguna
vez monolítica oposición venezolana.
Es obvio que los sátrapas que detentan el poder lo han ejercido
en forma arbitraria, abusiva, cínica y criminal y que la democracia venezolana,
una vez envidia del continente, está reducida a harapos y la sociedad civil
está absolutamente adormecida y secuestrada.
Es cierto también que un 70% de la población está consciente
de esto y que está atenta a la aparición de algún nuevo genio político que
salga de la lámpara con poderes capaces de neutralizar al poderoso enemigo.
Pero dentro de la lámpara hay dos grupos que en este momento parecen
irreconciliables: los que creen que todavía y a pesar de todo, el genio deber
estar a favor de una salida electoral y aquellos que opinan que el genio debe
salir con poderes suficientes como para descabezar inmediatamente a Maduro y su
camarilla.
El problema, para mí, es que los del último grupo no han
dicho cuál es la fórmula prodigiosa para crear a este genio y sólo ha propuesto
ideas mágicas pero para nada, terrenales.
Por los momentos el secuestrador tiene todas las armas en su
poder y mantiene maniatado al resto de la población.
¿Se puede aniquilar al secuestrador en estas
circunstancias?
¿Qué haría un rehén inteligente pero sin entrenamiento
militar ante una situación como esta? ¿Trataría de derribarlo, quitarle el
rifle y aniquilarlo?
¿O más bien trataría de establecer calmadamente una estrategia
de negociación que le permitiera ganar gradualmente espacios aun tragándose su
dignidad?
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