Antropológicamente, los miedos son útiles y necesarios, pues nos permiten reaccionar ante el peligro. Son instintos ligados a la supervivencia. Pero precisamente por eso son utilizados desde tiempos inmemoriales como instrumentos de dominación de los seres humanos, como herramienta política para el avasallamiento y la sujeción. El miedo ha sido, por ejemplo un instrumento de la religión para imponer doctrinas, que surgen generalmente como instrumento de dominio político. El diablo, el infierno y el temor a dios son conceptos creados por el hombre para atemorizar y subyugar. El dios muestra su crueldad para infundir miedo en episodios como el diluvio, dónde no duda en aniquilar seres culpables e inocentes, por igual. La inquisición se vale del miedo para esconder verdades que atentan contra los dogmas de dominación, como en el caso de Galileo o de Giordano Bruno. Políticamente el miedo se convierte en una práctica militar, orientada a desmoralizar al enemigo. La historia...
Impresiones de un madrigal