Por razones que sería complicado explicar, decido pasar el viernes y sábado de Semana Santa en una simpática aldea ubicada en una zona montañosa de California. Big Bear Lake (así se llama el lugar) está enclavado en un valle dominado por un luminoso lago y rodeada de hermosas montañas nevadas. Mi idea original era la de una desconexión total de la realidad, previa a unas sesiones de trabajo en el área de Los Angeles. Con ese propósito en mente, subo las empinadas crestas que conectan el valle de San Bernardino con el National Forest por una sinuosa carretera que pudiera equipararse en su pendiente, con el trecho que conecta a Chachopo con Apartaderos, donde la Loca Luz Caraballo contaba los luceros. Con algunas ideas previas en la cabeza, decido adentrarme en las afueras boscosas en búsqueda de un alojamiento no convencional. Es así como al final de una camino rural, encuentro una vieja señal en madera con la leyenda “Bed and Breakfast”. Era difícil imaginar que alguien pudie...
Impresiones de un madrigal