Recientemente la prensa mundial reseñó la crónica de una dama holandesa que en su estado terminal, pidió ser trasladada en su camilla de hospital hasta el primer piso del Reijmuseum de Amsterdam. Obedeciendo a su última voluntad, la camilla fue situada delante del enorme lienzo de Rembrandt llamado Nachtwatch (Ronda Nocturna en español). Frente a esta descomunal obra la mujer se reconcilió con su espíritu para su encuentro con el más allá. Rembrandt y Nachtwatch representan sin duda alguna los máximos valores de la cultura holandesa. En la Plaza Rembrandt, para mí la más vernácula de Amsterdam, existe al pie de la estatua del gran artista flamenco, un conjunto escultórico en bronce que representa magistralmente en forma tridimensional a todos los personajes de Nachwatch. Miles de turistas de todo el orbe se retratan risueños entre las estatuas, probablemente inconscientes en su mayoría, de su enorme dimensión icónica. Unos veinte años antes de que Rembrandt pintara po...
Impresiones de un madrigal