Carta a Augusto


Querido Augusto:

Un día como hoy, hace dieciocho años andaba yo todo nervioso por los pasillos de la Clínica Avila. Los periódicos de ese día reseñaban la primera visita de un Papa a la Cuba de Fidel, mientras en Venezuela, todo parecía que las elecciones presidenciales de diciembre serían ganadas por Irene Saez, antigua alcaldesa de Chacao, aunque un teniente coronel golpista comenzaba a repuntar violentamente en las encuestas.

Tu no terminabas de salir del vientre de tu madre, quien acusaba algo de disminución del líquido amniótico, por lo que el Dr. Lerner, el obstetra, recomendaba practicar una cesárea; operación que yo presencié hasta que casi me desmayo cuando del vientre salió una masa sanguinolenta que envolvía un cuerpecito oscuro, casi morado (tenías mucho líquido en tus pulmones). Yo entonces pensé que serías morenito.

Empezamos a dialogar “person to person” aquel día, en que en un carrito de compras en un Walmart de Misissipi (íbamos con tu mamá de viaje a New Orleans), tú te me quedaste viendo y empezaste a decir “papapapapapa” para no parar durante los dos días siguientes, cuando te callaste para no hablar de nuevo por un buen tiempo. Otra de tus primeras palabras fue “túnel!”, que proferías con emoción cuando ingresábamos al túnel de Los Ocumitos, cada fin de semana que pasábamos en el campo. Y hemos seguido hablando continuamente, sin pausa durante dieciocho años.

Hoy celebras la mayoría de edad en pleno trámite para el ingreso a la vida universitaria. Eso marca el inicio del despegue, el abandono paulatino de un nido que te ha cobijado mientras se formaban tus conexiones neuronales, mientras tus células crecían vertiginosamente para pasar de una criaturita que bañábamos en el pequeño lavaplatos de Loma Brisa, al hombre fuerte y derecho que eres hoy. Muchas toneladas de alimento, de estímulo y atención son necesarias para formar a un hombre útil. Pero ha sido una aventura incomparable, que no cambiaría por nada en el mundo, pues tú has sido para mí una fuente inagotable de felicidad que sólo puedo describir por escrito, pues quizás soy muy cobarde para expresarlo directamente.

Hoy también se cierra un ciclo. Espero que así lo comprendas. Comenzará a cambiar tu mundo, tus amigos, tu entorno, pero sobre todo tu paquete de responsabilidades. Es ahora cuando comienza la montaña rusa de la vida adulta dónde una decisión aparentemente insignificante puede llevarte a la cúspide o a lo más bajo del valle. ¡Cuánto hubiera deseado tener a tu edad el conocimiento del mundo que la vida me ha permitido acumular ahora!, ¡Cuántos errores hubiera evitado, cuántas alegrías hubiera podido sumar!

Pero desafortunadamente la experiencia no es transferible, al menos no en el estado actual de la tecnología. Así que no te queda otra sino la de seguir absorbiendo y rechazando ideas. El modelo del mundo que ya tienes te ayudará en ese complicado proceso de selección.

Y yo estaré siempre allí, hasta que las fuerzas me abandonen, para respaldarte emocionalmente. Más no para decidir por ti.
Esa es tu tarea en lo sucesivo.

Adelante, que el Universo te está esperando. Feliz Cumpleaños.

Caracas 23 de enero de 2016

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